REAL COLEGIATA DE SANTA MARIA LA MAYOR

La Real Colegiata de Santa María la Mayor, alzada sobre la antigua iglesia de Santa Maria de la Esperanza, fue construida, bajo petición de los Reyes Catolicos, a través de una bula del Papa Julio II, el 8 de febrero de 1503. El obispo de Málaga jugó un destacado papel en todo el proceso, ratificando la erección en la colegiata como la principal iglesia de Antequera el 17 de septiembre de 1504.

El primer módulo que se alzó fue la denominada como Parroquia de Santa Maria de la Esperanza, cuya orientación era sentido Este-Oeste, y cuyas ruinas son observables en el Lado del Evangelio del templo actual, y que esencialmente estaba compuesta por un ábside semicircular que contaba con una girola y otros muros, con una sillería fuerte y un toque monumental. El contrato para su construcción fue firmado el 13 de marzo de 1503 por el arquitecto Alfonso Rodriguez, Maestro Mayor de la Catedral de Sevilla, siendo responsable de coordinar los trabajos de los canteros el Maestro Pedro de Villarreal, y siendo empleado como templo hasta mediados del siglo XVI. Por motivos que aún hoy no se conocen, la obra sufrió una parálisis abrupta cuando ésta se encontraba en un estado muy avanzado. Sea como fuere, si se sabe que este edificio, colindante a Santa María, se empleó como Sala Capitular de los eclesiásticos hasta 1635. Desde ese año se transformó en cantera para obtener sillares para otras edificaciones. El desmantelamiento fue paralizado en el siglo XVIII, ya que ello ponía en peligro la estabilidad de Santa Maria.

Como hemos referido anteriormente, los motivos por los que se edificó un templo nuevo no están aclarados del todo. Sí parece claro que se decidió levantarlo con orientación Sur-Norte, y si bien en un principio el estilo gótico imperio en el estilo de la construcción, rápidamente este fue absorbido por el floreciente lenguaje renacentista que se adueñó de las obras hasta 1550. Las labores, según todos los indicios, dieron comienzo sobre 1514. Los autores de los primeros diseños permanecen en el anonimato, si bien es cierto que ya en la tercera década de 1500 ya consta la presencia en las obras de Pedro Lopez, que era nada más y nada menos que el Maestro Mayor de la Catedral de Málaga. Entre 1539 y 1542, Diego de Siloé, Maestro Mayor de la Catedral de Granada, participó en las obras, y a él se le atribuye una influencia decisiva para el giro renacentista que sufrió la construcción, además de jugar un papel decisivo en el diseño de la fachada. Tras estos llegaron los arquitectos Fray Martin de Santiago y desde 1544 Diego de Vergara, que fue el responsable de la Capilla Mayor, de la de las Piñas y de las armaduras de madera. De otros Maestros de Obras, como Diego Merino, hay registro de su participación en las obras hacia 1548.

El alzamiento del templo se llevó a cabo desde el techo hasta los cimientos, y en 1550 se dieron por concluidos los trabajos. La fábrica alterna sillares (fachada, contrafuertes, esquinas...) con mampostería, siendo su perímetro completamente limpio lo que permite recorrerlo a pie íntegramente. Los paramentos laterales presentan un aspecto desigual, y la causa de ello es la sucesiva adición de las varias capillas, principalmente en la vertiente del Evangelio. El resto de la estructura externa está compuesta por contrafuertes, arcos redondos y vanos de pequeño tamaño. El ábside asume una forma triangular de vanos geminados y triples de medio punto bajo arco y arropado por contrafuertes, estando la cornisa rematada por grandes jarrones. En el paramento derecho se conservan ornamentos del tipo de gotas de agua, insertado en el mortero que aglutina la mampostería y sin rastro de pintura. La fachada mereció una elaboración más pronunciada, realizada a base de sillares de piedra y consta de tres portadas, siendo la central la más ancha, compuestas por arcos de medio punto hundidos remedando a arcos de triunfo. Entre cada una existen contrafuertes y las esquinas se amoldan con largos sillares almohadillados. Se remata con un ático compuesto de balaustrada ciega y un frontispicio triangular triple, con ventana serliana central, escoltado por tondos, veneras, roleos y arquitectura simulada. En el flanco derecho, completamente ajeno al diseño original se alza una torre cuadrangular de ladrillo del siglo XVII.