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¿POR QUE EL CLIENTE SIEMPRE TIENE RAZON EN LA CASA RURAL HACIENDA LOS OLIVOS DE ALORA?

Foto del escritor: Antonio del ValleAntonio del Valle

Actualizado: hace 3 días

¿POR QUE EL CLIENTE SIEMPRE TIENE RAZON EN LA CASA RURAL HACIENDA LOS OLIVOS DE ALORA?
En Hacienda Los Olivos el cliente tiene la razón el 99,99% de las veces.

Es un tema muy manido, muy "cliché", muy típico y de tópico. Hace no muchos años se decía que "el cliente siempre tiene razón en una casa rural". Hoy día, esta expresión ya es objeto de matizaciones e incluso hay empresarios que afirman abiertamente que el cliente no siempre tiene razón. Como siempre, yo daré mi opinión personal y la forma como esa frase se aplica a Hacienda Los Olivos.


Lo primero es constatar una evidencia. Para tener la razón (o no tenerla), la persona tiene que ser cliente, o que al menos el proveedor lo considere un cliente. En según qué ramas, los clientes pueden ser recurrentes (que solicitan el producto o servicio con regularidad), mientras en otras los clientes pueden ser ocasionales o quizá sea un cliente que te compre solo una vez en la vida. Lo que sí es común a todos, es que el cliente, sea recurrente, ocasional o único, tendrá una opinión formada sobre el proveedor a lo largo de la relación o cuando esta termine.


Hay 1000 variables que pueden llevar a un empresario o proveedor a darle la razón o no al cliente, y no voy a entrar en ellas, porque aparte de que no me las sé, este texto sería aún más tedioso de lo que ya lo está siendo.


En Hacienda Los Olivos puedo decir, estadísticamente, que el cliente tiene la razón el 99,99% de las veces durante los casi tres años que llevamos abiertos. Sí, hubo una vez que no le di la razón al cliente porque tuve que sopesar entre mi dignidad y darle la razón. Opte por la primera opción, y pague un precio claro. No muy alto, pero lo pagué. Nada sale gratis.


A veces les digo a mis huéspedes, más en serio que de broma, que cuando un cliente me pide algo primero digo "SÍ", y luego pienso en cómo puedo satisfacer la petición (hay solo una excepción a esta norma. No negocio precio. Bueno a veces puedo tener un detalle en circunstancias muy particulares). Esta política del "SÍ" ya me ha dado más de un dolor de cabeza, pero es que me encantan los retos, y tengo que decir, que la mayoría de las veces alcanzo a atender el deseo del cliente.


En otras ocasiones, en tono jocoso les digo que mi casa es como el Ritz de las casas rurales. No por lo lujoso o porque las camas tengan los mejores colchones del planeta, pero sí en el sentido de que un pedido de un cliente para mi es un orden y me desvivo por satisfacerlo. Suelo decir que más que un anfitrión soy un mayordomo. Algunos clientes se ríen o se lo toman a broma, pero los que se lo creen y me ponen a prueba descubren que sus deseos son verdaderas órdenes para mí.


Naturalmente, tenemos la inmensa suerte de que la mayoría de las personas son buenas, y no abusan de su mayordomo. Pero sí, esa es la palabra con la que me gusta definirme cuando tengo huéspedes en mi casa. Pero es que me gusta ser mayordomo. Cuando un cliente me dice, por ejemplo, en plan casual, "nada, que uno de los 4 calentadores de los 4 baños se ha roto, pero no pasa nada, con los otros 3 hay de sobra", a los 20 minutos aparezco yo con un calentador nuevo.


Recuerdo que una vez una señora, abuela ya, que estaba guisando en la vitrocerámica, me comenta hablando de manera informal, que a ella le gustaban los cuchillos con más sierra. No lo comento en plan quejoso, ya que los que teníamos en la casa servían. A los 30 minutos le traje un cuchillo nuevo con mucha sierra.


Y así para todo.


 Hay veces que ni cuento el dinero que me dan por la estancia (delante del cliente me refiero. Luego en casa sí). Y siempre está bien. Y si un día no lo estuviera pues a callar). Por el peso sé que estará bien o más o menos bien. Y es que la confianza no tiene precio, y eso la gente, lo valora, a la par que se sorprende.


Una de las cosas que más valoro son los clientes que me dicen las cosas que no le han gustado o lo que les gustaría que la casa tuviera y no tiene. Está claro que siempre gusta oír "huy qué casa más grande"; "madre mía que cocina más hermosa"; "joe con la piscina, es gigante". Los piropos te calientan el corazón unos segundos, las críticas se te clavan, no se te olvidan y te impulsan a mejorar más y más. Así que sí, una mezcla de piropos y críticas está muy bien.


Bueno, que me voy por las ramas. Para resumir, podría decir que en Hacienda Los Olivos, más que decir que el cliente siempre tiene razón, podría matizar esta expresión diciendo qué en casa de duda, la razón para el cliente siempre. Yo no tengo ego, ni orgullo ni soberbia cuando me pongo el "disfraz" de mayordomo. Y de hecho disfruto viendo como el cliente sonríe cuando le pongo todas las cosas tan fáciles siempre.


Pero bueno, qué digo de no tener ego, si estoy aquí presumiendo de ser un anfitrión de la leche. Al final, lo importante es que el huésped salga de mi casa con la sensación que se ha hecho por él todo lo que se ha podido. Al fin y al cabo, ese es mi trabajo, y me considero muy afortunado porque encima tengo la suerte de disfrutar con él.


Muchas gracias por leerme y espero veros el día que deseéis.

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A la larga, sale a cuenta darle la razón al cliente🤣

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