QUE SIGNIFICA SER UN ANFITRION PIRATA EN CASA RURAL HACIENDA LOS OLIVOS Y CORTIJO BACHILLER EN ALORA
- El Pirata Rural

- 5 jul
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"Persona que tiene invitados a su mesa o a su casa". Según la RAE, esta es la definición de anfitrión. Muchas veces tendemos a complicar las cosas, y se nos olvida lo que dijo, creo que Baltasar Gracián, aquello de "lo bueno si breve, dos veces bueno". Y la RAE se aplica el cuento, porque en 11 palabras define lo que es un anfitrión.
Yo, que no tengo el don de la RAE, voy a emplear mucho más que 11 palabras para intentar compartir con todos ustedes todo lo que ser anfitrión ha significado para mí, a lo largo de estos 3 años.
Recuerdo perfectamente a mi primer huésped, Adrián Peinado, un tipo genuinamente gentil y que te hace sentir bien cuando estás con él. Por aquel entonces, yo, no tenía ninguna experiencia, recuerdo que la noche de la casa la puse por 250€.
Ahora, con la experiencia acumulada entiendo que era un precio verdaderamente irrisorio para una casa como Hacienda Los Olivos, pero también, gracias a esos precios tan bajos, logre no solo tener la casa llena desde el primer momento, sino que también me permitió conocer a gente que, con otros precios, quizá no hubiera conocido: y eso, para mí, como me persona, es algo que valoro muchísimo.
Cierto es que no tenía experiencia como anfitrión. Pero una cosa yo tenía clara. Este negocio tenía que funcionar fuera como fuera. Y esa determinación, quizá de manera intuitiva, me llevó a entender rápido que el protagonista absoluto de una casa rural es el huésped.
Da igual que edad tenga, que perfil tenga, de donde proceda, de que raza sea, que nivel socio-económico pueda tener. Todo eso es irrelevante. Los huéspedes son todos personas, y todas, por el simple hecho de depositar en mí la confianza de elegir mi casa, se merecen que los trate a todos por igual. Bueno, el principio de igualdad de la Constitución Española, artículo 15.
Otra cosa que aprendí y que puede parecer una obviedad, es que si una persona paga 1000€ o 2000€ para desconectar un fin de semana, lo último que quiere son complicaciones, normas, restricciones y barreras para pasárselo bien.
¿Quiere decir esto que el huésped tiene derecho a ser un vándalo? No. Pero el huésped es más importante que lo material. Un huésped es más importante que una silla que se rompe. O que una cama que se parte. En mi cabeza está claro que, si una casa está para disfrutarla, en ello va implícito que existe el riesgo de que haya cosas que se puedan romper. Y no sufro por ello. Entre otras cosas porque el 99% de las cosas que se rompen tienen arreglo.
Yo le digo siempre al huésped que mientras estén en la Hacienda, la casa es de ellos, no mía. Y no es una frase de cortesía. Es la realidad. Ellos son los dueños y responsables de la casa, y confío plenamente en ellos para que sepan divertirse y cuidarla a la vez.
Y el 99% es lo que sucede. Cuando el huésped siente que no tiene presión por "portarse bien", está más relajado, se lo pasa mejor, y al final eso te lo devuelve siendo él también un gran huésped. En el fondo, para que todo vaya bien, la clave es que todo es un trabajo de equipo y de simbiosis entre anfitrión y huésped.
Otra cosa de la que no tardé en darme cuenta es que si quiero que mi casa funcione bien, es que al margen que la casa esté lo mejor equipada, acondicionada y limpia posible, el anfitrión no es solo alguien que recibe, entrega las llaves, dicta unas normas, facilita alguna información sobre el entorno y se va.
Yo soy anfitrión a tiempo completo. Y eso significa que soy anfitrión cuando cojo el móvil, cuando respondo a un whatsapp, a un correo electrónico, a una petición de información de una plataforma. Es más, yo soy anfitrión, aunque finalmente la persona no elija mi casa.
Yo estoy al servicio de las personas que me llaman, aunque esté lleno, ayudándolas por ejemplo a buscar otra casa, si está a mi alcance. Soy anfitrión también cuando el huésped se va. Hay cosas que hacer cuando el cliente abandona la casa. Devolver fianzas o cosas que se le hayan olvidado.
Cuando un cliente me reserva, le demuestro mi alegría por haberme elegido. Cuando un cliente me cancela le doy las gracias por haberlo intentado al menos (ya habrás más ocasiones). Cuando un huésped no se puede venir porque estoy lleno empatizo con él e intento ayudarlo a buscar alternativas (sobre todo si lo veo agobiado).
Si un cliente rompe algo en la casa, que se vea que ha sido sin mala fe, le digo que los accidentes le pueden pasar a cualquiera, y hago todo lo posible por arreglarlo (las fianzas sólo se tocan en muy última instancia).
Cuando recibo al huésped, es una fiesta. Me encanta recibirlos con una sonrisa, una pequeña broma aquí y allá. Ayudar a descargar. Si vienen peques y hay chuches pues se reparten alguna. Y la única cosa que les digo (salvo que sean grupos muy muy jóvenes, y aun así también se lo digo) es:
"Señores, desde este momento hasta que os vayáis, mi misión es exclusivamente una: trabajar para que salgáis de la casa felices. Y vuestra única obligación es saber que estando yo a vuestra total disposición, me pidáis todo aquello que pueda faltar en la casa. Yo les digo que soy su mayordomo (y la verdad es a que veces lo parezco).
Sin embargo, siendo anfitrión a tiempo completo, mi labor empieza mucho antes de que el cliente pise la casa. Antes de que llegue el cliente yo tengo que saber todo lo que le gusta, lo que necesita, lo que no le gusta, e intentar, en la medida de lo posible, adecuar la casa al gusto del cliente; tengo que saber si prefiere un tipo de anfitrión más discreto, más expansivo, más retirado o más intervencionista.
Yo soy siempre yo mismo, pero tengo que saber amoldarme al carácter y personalidad de mi huésped. Desde hace unos meses ofrezco un servicio que me he dado cuenta que los huéspedes valoran mucho: les hago la compra. Ellos me mandan la lista, y yo se lo tengo todo listo cuando lleguen en los frigoríficos y armarios. Ahora que tengo 2 casas, me tengo que organizar un pelín mejor, pero si lo haces con cariño, todo se hace mucho más fácil.
Es más, ahora que el tema de la compra ya está asentado, les pido a mis huéspedes qué más puedo hacer para que el servicio siga mejorando y creciendo. Sé que me meto en los jardines, pero me gusta pasear por ellos.
Está claro que el servicio no lo es todo. La casa tiene que estar a la altura de lo que se espera de una casa rural. Limpia, amplia, equipada, que todo funcione adecuadamente y que tenga elementos de diversión para pasarlo bien. Pero si es cierto que un servicio excepcional no te cuesta dinero.
Te cuesta tiempo y dedicación, pero que menos si de verdad quieres ser un buen anfitrión. Además, cuando el huésped siente que te entregas de cuerpo y alma a su bienestar, pues también es un poco más tolerante con los fallos que la casa pueda tener o yo cometer (y no son pocos los fallos que cometemos).
Total, que ya no sé ni por donde voy.
Qué para mí, ser anfitrión es una fiesta de cariño, entrega y disfrutar viendo como los demás disfrutan. Y lo gozo de verdad. Y eso creo que al final el huésped lo siente y lo valora.
Pero no perdamos de vista el horizonte, os espero a todos en nuestras Casas Rurales Cortijo Bachiller Álora y Hacienda Los Olivos Álora 😀😍.










La nota me la tenéis que poner vosotros 😀