Iglesia del Valle de Abdalajís
En la plaza del Valle de Abdalajís, que alberga el mismo nombre se halla la Iglesia de San Lorenzo Mártir, que fue levantada a mediados del siglo XVI (1559), y en sus orígenes formaba parte del Palacio del Conde de los Corbos, linaje fundador del pueblo. La Iglesia está conformada en cruz latina, y consta de 3 naves separadas por arcadas de medio punto, rematado por un crucero de planta cuadrada sobre el que se asienta la bóveda fijada por pechinas, solución arquitectónica muy común en su época y que constituye el punto donde la bóveda redondeada confluye con la planta cuadrada de donde nace aquella.
El aspecto actual de la Iglesia, que consta actualmente de 3 naves, es fruto de una remodelación realizada a finales del s. XVIII (1785-1799), de la mano del arquitecto antequerano Juan de Reina y de las efectuadas ya en en la década de los 40 del siglo XX
La torre, de 15 metros de altura, alberga cuatro campanas, que se perdieron. 2 de ellas fueron restauradas a finales de la decada de los 90, las llamadas Virgen de los Dolores y Padre Jesús Nazareno. En el año 2002 se compraron las 2 campanas que faltaban y fueron bautizadas con los nombres de San Lorenzo y Cristo de la Sierra. El reloj del campanario está fechado en 1861.
Si miramos al Altar Mayor veremos que lo preside un crucifijo, flanqueado por 2 motivos de la natividad y del éxodo a Egipto. En los laterales del ábside se encuentra una imagen del Resucitado, adquirida en el 2001, y el camarín donde descansa la Virgen de los Dolores, patrona del Valle de Abdalajís. En lo que atañe a la iconografía, sobresale la imagen de San Lorenzo Mártir, patrón del pueblo, San José, la Virgen del Carmen, así como una imagen de la insigne Madre Petra de San Juan, nacida en el Valle de Abdalajís y que fue beatificada por el Papa Juan Pablo II en 1994 por haber entregado su vida a cuidar a los más desamparados de forma caritativa y ejemplar.
Fachada
Portal principal
Altar Mayor
Fachada
INFO ÚTIL LA IGLESIA DE SAN LORENZO MÁRTIR DEL VALLE DE ABDALAJÍS
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Contacto: 952 489 045.
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Párroco: D. Eduardo Muñoz Centeno.
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Reseñas: 5* sobre 3 en Google.
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A 20 minutos en coche de la Casa Rural en Álora Hacienda Los Olivos.
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A 2 minutitos de aquí tienes un restaurante donde se come muy bien llamado Los Atanores.
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Horario de misas:
(es conveniente llamar a la iglesia antes de acudir).-
INVIERNO (de octubre a mayo).
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Martes a viernes: 18.00h.
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Sábados: 19.00h.
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Domingos y festivos: 12.30h.
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VERANO (de junio a septiembre)
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Martes a viernes: 19.00 h.
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Sábados: 20.00 h.
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Domingos y festivos: 12.30 h.
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Confesiones: Martes a viernes, a las 17.45 h (invierno) y a las 18.45 (verano).
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Despacho parroquial: Martes a viernes, de 17.00 a 17.45 h. (invierno) y de 18.00 a 18.45 h. (verano).
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COMO LLEGAR A LA IGLESIA DE SAN LORENZO MÁRTIR DEL VALLE DE ABDALAJÍS
CONOCE MÁS SOBRE LA IGLESIA SAN LORENZO MÁRTIR DEL VALLE DE ABDALAJÍS
¿QUIÉN FUE SAN LORENZO MÁRTIR?
El nombre de Lorenzo significa “coronado de laurel”
Los retazos de la vida de San Lorenzo han sido relatados por San Ambrosio, San Agustí y el poeta Prudencio.
Lorenzo fue uno de los siete diáconos de Roma, cuya misión principal era ser una de las personas de mayor confianza del Santo Padre. Sus labores más relevantes estaban relacionadas con asegurarse que la ayuda de la Iglesia llegaba a los más pobres.
En el año 257 d.C, el emperador romano Valeriano emprendió una cruzada contra el cristianismo, lo que quedó plasmado en un decreto que ordenaba la persecución a todo el que se declaraba cristiano y la sentencia para ellos era la muerte. El máximo exponente de esta persecución se dio el 6 de agosto de ese mismo año, cuando, en el transcurso de una Santa Misa, el Papa San Sixto fue asesinado junto a 4 diáconos a mano de los legionarios del emperador. Cuatro días después de tan atroz acto, San Lorenzo fue martirizado y torturado.
La tradición oral rememora que cuando San Lorenzo se percató de que iban a matar al Santo Padre, aquel le dijo a este que moriría junto a él, a lo que el Sumo Pontífice respondió que no había necesidad de ello, pero que pronto estarían juntos de nuevo. San Lorenzo experimentó una profunda alegría al saber que en breve gozaría de la gloria de Dios.
Lorenzo, viendo que su fin se acercaba, se afanó en realizar una buena obra antes de su muerte, de modo que recogió dinero, tesoros y bienes que la iglesia tenía en Roma y los distribuyó entre los pobres. Asimismo vendió cálices de oro, copones y candelabros de gran valor, y el dinero obtenido se los entregó directamente a los más humildes y desamparados.
El prefecto de Roma, pagano y muy codicioso, sabedor de que la Iglesia poseía bienes y tesoros de mucho valor, convocó a San Lorenzo, al que pidió que le trajera cuantos bienes de valor pudiera traer de la Iglesia, con el fin de venderlos y financiar así las guerras del Emperador.
Lorenzo, simulando sumisión, pidió humildemente que le fueran concedidos tres días para poder reunir todo aquello que le había sido pedido. Lo que en realidad hizo fue convocar a todos los pobres, ancianos, lisiados, mutilados, leprosos y demás personas sufrientes a los que ayudaba siempre que podía. Cuando el prefecto de Roma llamó a Lorenzo, éste acudió acompañado de su séquito de desamparados, y pronunció la siguiente frase: "Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador".
La reacción del prefecto fue de explotar de ira, al no ver colmado su deseo de obtener dinero, a lo que Lorenzo, con solapada y solemne sorna, le pregunto que cual era el motivo de su enojo, ya que había cumplido su palabra de presentar ante el prefecto el tesoro más importante que tenía.
La reacción del prefecto no se hizo esperar, y mandó matar a Lorenzo, pero no de una manera noble. Quería que sufriera lo indecible antes de que la muerte le llegará. Y no se les ocurrió mayor dolor que literalmente pasarlo por una parrilla, a lo que dicen que San Lorenzo accedió gustosamente, pues ese sufrimiento era compensado con creces con la perspectiva de disfrutar del gozo eterno junto al Señor.
Según cuenta la tradición, los cristianos que asistieron al martirio percibieron que un halo esplendoroso rodeaba el rostro de San Lorenzo, y el aroma que desprendía al ser quemado era muy agradable. Los paganos, por su lado, no tenían la capacidad de ver ni sentir todo esto.
Pasados unos minutos en los que el mártir estaba ya quemado por un lado, San Lorenzo le dijo a su verdugo que lo cambiara de lado, de modo que su cuerpo se quedara bien asado de modo homogéneo. Eso hizo el verdugo, que mandó voltear al cuerpo, que finalmente quedó asado por completo. En el momento inmediatamente anterior a exhalar el último suspiro, San Lorenzo dijo: “La carne ya está lista, pueden comer”. Y con una parsimonia que sobrecogió a todos los presentes dedicó sus últimas palabras a rezar por la conversión de Roma al Cristianismo. San Lorenzo murió así el 10 de agosto del año 258.
El poeta Prudencio relata que el martirio de San Lorenzo, y la forma en que como este acogió el martirio con gozo y amor fueron un detonante importante para impulsar la conversión de Roma al Cristianismo. Varios senadores, asombrados por el valor y la perseverancia de ese gran hombre, se convirtieron al Cristianismo, y poco a poco, la idolatría empezó a perder terreno en el Imperio Romano.
Por su parte, San Agustin cuenta que se obraron muchos milagros en aquellas personas que pidieron la intersección de San Lorenzo.
El Sumo Pontífice ordenó edificar una gran basílica en Roma, siendo la de San Lorenzo la quinta basílica más importante de la Ciudad Eterna.
VIRGEN DE LOS DOLORES.
La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores cae el 15 de septiembre. Celebra la honda comunión que existe entre el corazón de la Madre de Nuestro Señor y el Salvador. Por Él, Ella sufrió grandes padecimientos internos al contemplar lo dolorosa que resultaba la Misión de Jesús, cuyo punto culminante de sufrimiento llego con la Pasión y la Crucifixión.
El nombre de Virgen de los Dolores procede del padecimiento que sufrió por ser la madre del Redentor. Ya desde el embarazo y el nacimiento sufrió los dolores y ansiedades inherentes a la maternidad. La profecía de San Simeón decía que una daga le atravesaría su espíritu. Al poco de nacer, la Sagrada Familia tuvo que exiliarse a Egipto, huyendo de la mano inmisericorde del Rey Herodes (Mt. 2,13-23). A la edad de 12 años, Jesús estuvo perdido 3 días en el Templo. Una vez que Jesús inició su Santa Misión, lo que granjeó todo tipo de enemigos y adversarios, debieron traer mucho sufrimiento a la Madre, cuyo cenit de dolor fue asistir a la Pasión de Jesus y su posterior crucifixión.
La advocación Virgen de los Dolores, procede pues de las pruebas que tuvo que enfrentar la Virgen Maria (Isaías 52,13-53-12), y es por este motivo que se celebra su día inmediatamente después de la Exaltación de la Santa Cruz.
Dios no dejo nunca huerfanos a sus hijos, si no que los proveyó de profetas, personas como el provecto Simeon cuya profecia recaia sobre Maria segun se relata en el Evangelio de Lucas (Lc 2,25-35). Lucas, guiado por el divino Espiritu Santo, habla de un hombre caritativo y justo, que habitaba en Jerusalen, y que esperaba la consolacion de Israel. En el habitaba el Espiritu Santo, que le revelaria que la muerte no le alcanzaria hasta que sus ojos vieran al Salvador. Guiado por la Divina Providencia, acudio al Templo, y cuando José y Maria introdujeron al Niño Jesús, Simeon, tomando a Jesus en brazos, profirio su profecia:
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
porque han visto mis ojos tu salvación,
la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
luz para iluminar a los gentiles
y gloria de tu pueblo Israel.»
Los padres de Jesus asistian a esto atonitos. Simeon les bendijo y dijo a Maria que Jesús traeria la caida y la elevacion de muchos en Israel, como simbolo de la contradiccion humana, y que ella misma sufriria el dolor de una espada que le atrevasaria el alma.
Estos son los siete dolores que flagelaron el espíritu de María:
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La revelación de Simeón (Lucas 2,25-35)
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El éxodo a Egipto (Mateo 2,13-15)
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Jesús se pierde en el Templo por 3 días (Lucas 2,41-50)
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María se reencuentra con Jesús en el camino al Calvario (Lucas 23,27-31; Juan 19,17)
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Crucifixión y Muerte de Jesús (Juan 19,25-30)
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El descendimiento de la cruz (Sal 130; Lucas 23,50-54; Juan 19,31-37)
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El entierro de Jesús (Isaías 53,8; Lucas 23,50-56; Juan 19,38-42; Marcos 15,40-47)