​IGLESIA DEL CARMEN DE ANTEQUERA

Casi suspendida de una escarpadura, vigilante desde su atalaya el río de la Villa, se alza el espléndido templo que en su tiempo fue Convento de los Carmelitas Descalzos, y que a día de hoy es la sede de la antigua parroquia de Santa Maria la Mayor. Las obras de esta iglesia y del desaparecido convento se cree que se iniciaron a finales del siglo XVI.

 

Nos encontramos con una fachada sencilla, cuyo elemento más destacado es la portada de estilo manierista. Esta está conformada por un arco de medio punto, escoltado por dos medias columnas toscanas apoyadas sobre plintos, rematado el frontón curvo y partido, que surge centrado con un escudo del Carmelo. A la derecha de la portada se encuentra una espadaña pequeña, con un solo hueco, que es el único resto que quedó del campanario, tras haberse demolido la Torre del Gallo en 1883.

 

La planta sigue, con algunas alteraciones, el patrón de la iglesia morisca granadina, de una única nave, con la capilla mayor muy perfilada siendo las capillas laterales completamente independientes. En el siglo XVIII, se acrecentó, a los pies de la iglesia, la nave de la Cofradía de la Soledad, que en realidad es una capilla más. En 1614 se terminó el artesonado mudéjar que cierra todo el espacio de la nave; es de planta rectangular y no recurre a los tirantes de madera, lo que permite, como es lógico, una visibilidad más destacada.

 

La decoración, de lazo, está completamente ornamentada por un aluvión de lacerías, que solo las interrumpen tres piñas de mocárabes. La capilla mayor, se presenta en su zona interior como un gran prisma rectangular rematado por una media esfera. Pero sin duda, lo que le aporta la majestuosidad a la capilla son sus tres retablos impresionantes, entre los que destaca el central, que fue construido en 1747. Este retablo tiene unas proporciones muy amplias, y está considerado, por su belleza e importancia, como uno de los más reseñables ejemplos de la retablística barroca andaluza del siglo XVIII.

 

Su intrincada articulación de estipites, cornisas, hornacinas, cortinajes falsos... todo ello ornamentado con perfiles mixtilíneos con muchos requiebros, que se retuercen sobre sí mismos en una suerte de interminables requiebros, que ante una primera mirada, causa una sensación que nos desborda. Esta gigantesca máquina se ideo a modo de himno carmelitano, donde los santos vinculados a la orden están acompañados por una corte de ángeles adolescentes y pequeños, que o bien sostiene letreros, guirnaldas o tocan instrumentos musicales, o, sencillamente, tienen las manos unidas en gestos delicados, que da la sensación que están tocando las palmas. No deja de ser impresionante percatarse que todo este enorme artefacto barroco es "solo" el marco que sirve de entrada al camarín central, donde se halla la Virgen del Carmen.

 

La planta mixtilínea y muy barroca, se confronta, de cierto modo, con lo parco de la decoración de las yeserías y la limpieza de sus líneas. Los otros dos retablos laterales de la capilla mayor, aunque rematados en dorado, se cree que son más recientes que el retablo mayor. El de San Elías, en el lado del Evangelio, resulta muy aparatoso por lo intrincado del ático. El retablo y el camarín del lado de la Epístola es el más rococó de los tres, ofreciendo asimismo unas proporciones más equilibradas.

 

En el arco toral de la capilla mayor se halla el púlpito de madera bañada en oro y policromada. La pieza, obra de Miguel Marquez Garcia, se realizó en 1799, y destaca por su barroquismo que encaja magníficamente con los retablos referidos. En la nave central se abren seis capillas independientes, que muestran en su interior piezas de mucho valor. La nave de Soledad, ubicada a los pies del templo, se cree que se levantó a lo largo del primer tercio del siglo XVIII, momento al que pertenecen las yeserías rizadas de la cupulita. La capilla presenta una planta de forma rectangular y se techa con bóvedas de medio cañón rebajado que divide en cuatro sectores empleando arcos fajones.

 

El retablo principal, ocupa en la hornacina central, a modo de muy pequeño camarín, la imagen de la Virgen de la Soledad. Empleando una moderna hornacina, ubicada en el arco de acceso a la capilla, se expone con cierto sentido de instalación museística la original Virgen del Socorro, tallada a fines del siglo XV y regalada por los Reyes Católicos a la iglesia-mezquita de San Salvador. Desde un punto estrictamente técnico, está realizada en pasta de cartón y alzada sobre una estructura de madera, y que conserva en parte, su policromía original.