ARCO DE LOS GIGANTES ANTEQUERA

El Arco de los Gigantes se construyó en 1585 sobre una antigua puerta nazarí. Su ejecución fue obra del arquitecto Francisco Azurriola y la construcción se le debe al maestro alarife Francisco Gutierrez. Esta construcción posee una importancia redoblada para la ciudad, no solo por su grandeza sino también por su relevancia histórica.

Por un lado hay que destacar su valor como ejemplar de la arquitectura tardo-renacentista, y por otro, se debe reseñar el interés de la ciudad por darle legitimidad al renacentismo imperante, mediante los restos romanos en la calzada.

Tanto es así, que una vez alzado el muro del Arco, el Cabildo Municipal opta por colocar alrededor del Arco todas las lápidas y estatuas que se hallaron en las ciudades romanas circundantes.

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El Arco tiene muros con un grosor de dos metros, y su altura es de siete metros. Su coronamiento fue más complejo, y se concluyó en el siglo XIX, pues tenía una enorme hornacina escoltada por dos aletones, en los que se colocó una estatua de Hercules. La jarra de azucenas de la clave, así como el león y el castillo de la cornisa, son los elementos que conforman el escudo de la ciudad.

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En 1984 se realiza la reconstrucción del torreón adyacente y se reponen cuatro grandes lápidas con una dedicatoria en latin al rey Felipe II. Un año después finaliza la reconstrucción, empleando los restos de la estatua de Hercules, la gran parte de las inscripciones latinas y una réplica del relieve romano que se ubica sobre un jarro de azucenas y que rematan el aspecto que aún conserva a día de hoy.