LA FAENERA DE ÁLORA
La Faenera de Álora constituye un sentido tributo a la mujer perota, dedicada (entre otra muchas) a las duras labores de recolección de cítricos (naranjas y limones, frutos muy arraigados en la Vega del Guadalhorce) a lo largo de todo el siglo XX, en largas jornadas expuestas al sol y a los cortes en manos y brazos provocados por las espinas de los árboles. La escultura de La Faenera, de 1974, fue obra de Marino Amaya.
La Faenera Calle Cantarranas
La Faenera de frente
La Faenera
La Faenera Calle Cantarranas
HISTORIA DE LA FAENERA DE ÁLORA
La Faenera, uno de los hitos más simbólicos de Álora, se halla ubicada en el cruce de las calles Carmona y Cantarranas, muy cerca del Ayuntamiento de Álora. La belleza de Pilar Navarro, una perota de cuya estampa quedó prendado el escultor "Marino Amaya", fue la inspiración para que el escultor erigiera su obra en el año 1974.
Está la escultura fundida en bronce, y levanta 1,70 m desde su base, donde se ve la imagen de una jornalera, ataviada con el típico traje perote de verdiales. El rostro de la mujer luce serio, mirada al frente, perfilado por un esbozo de sonrisa que asoma en unas facciones proporcionadas y serenas, donde se puede atisbar la belleza que sin duda el escultor vio en Pilar Navarro.
El vestido de la Faenera es el tradicional de verdiales, de manga corta de farol y pañuelo que rodea el cuello y desciende sobre el pecho hasta la cintura. El traje cae por debajo de la rodilla, bajo cuyo dobladillo se pueden ver las enaguas. Los zapatos son de esparto.
El elemento más simbólico de esta obra es la canasta de mimbre que La Faenera porta en su brazo izquierdo sirviendo el derecho para sujetarla. En la cesta se encuentra quizá el fruto más tradicional de la Vega del Guadalhorce, el limón, que son expuestos por la mujer, que serena reposa sobre una pequeña peana que contrasta con la grandeza de los linajes de mujeres perotas que consagraron sus vidas a cuidar de su casa, su familia y del campo.
El escultor, Marino Benigno Amara, conocido en el gremio artístico como "Marino Amaya", nación Astorga (Leon), en el año 1927, significando esto que erigió esta escultura cuando contaba con 47 años de edad. Marino destacó desde muy joven por sus dotes artísticas, habiendo expuesto sus obras en España, Brasil y Nueva York.
INFO ÚTIL DE LA FAENERA DE ALORA
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Situada en el cruce de las calles Carmona y Cantarranas.
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Reseñas: 3,7* sobre 22 en Google.
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A 13 minutos en coche de Casa Rural en Álora Hacienda Los Olivos.
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A 1 minuto andando del Ayuntamiento de Álora.
COMO LLEGAR A LA ESCULTURA DE LA FAENERA DE ALORA
CONOCE MÁS SOBRE LA FAENERA DE ALORA
PILAR NAVARRO. LA FAENERA
Pilar Navarro es la joven perota, que vivió en la Calle Veracruz con su tía Remedios Navarro, de cuya belleza quedó prendado el escultor Marino Amaya, que recibió el encargo de levantar un tributo a las faeneras de Álora, mujeres que se dedicaban principalmente a las arduas labores de recolección de los más emblemáticos frutos de la huerta de Álora, el limón, la naranja y la aceituna. Era Pilar una adolescente que volvía del Instituto cuando el escultor quedó encandilado por su hermosura, y aunque no había sido nunca faenera, fue su melena morena, sonrisa luminosa y proporcionados rasgos suficientes para que tuviera que ser ella la modelo. Ello creó en su momento un corrillo de malestar y maledicencias entre las faeneras "de verdad", que se sintieron ultrajadas al no servir de modelo para levantar una escultura que pretendía rendirles tributo. Siendo Pilar Navarro menor de edad, no permitieron sus familiares que se desplazara al estudio del escultor en Madrid, por lo que este le realizó en Álora cientos de fotografías que le sirvieron de modelo para alzar su obra.
MARINO AMAYA. ESCULTOR
Nacido en León en 1927, fue pastor, jardinero y tejedor antes de encontrar su verdadera vocación, la escultura. Su primer encargo, una estatua blanca del Santiago Apóstol, lo recibió a la temprana edad de 15 años. Tras asistir a la Escuela de Artes y Oficios, la Diputación de Salamanca, consciente de su progreso y potencial le concede una beca con la que viaja a Madrid en 1945 para progresar en sus estudios como escultor. Sus inquietudes le llevan a recorrer Europa, Egipto y Palestina. En 1951 el Obispo de León le encarga un grandioso monumento a la Inmaculada Concepción. Entre 1952 y 1954 expone sus obras en León y Madrid. En la década de los 60 se dedicó intensamente a la escultura, alcanzando importantes hitos, como exponer en el Zoma Gallery de Nueva York, o lograr que su escultura "El Derecho a la Vida" forme parte de la colección de obras de arte del Vaticano. A mediados de los 80 Marino Amaya da un giro a su obra dirigiéndola a los niños jugando en diferentes facetas de la vida. Igualmente los animales tienen una marcada presencia en sus obras más tardías. Desde 1981 fijó su estudio en Marbella. Tiene abundante obra repartida por toda la geografía española. Falleció en 2014, siguiendo su legado su hijo Salvador Amaya, que se dedica profesionalmente a la escultura.